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Generaciones

Yo sé que los de mi generación hemos experimentado tres cosas que van a evitar que prosperemos en la vida. Y a qué generación pertenezco, os preguntaréis. Pues he nacido entre lo que llaman Generación X y Generación Y. En la Generación X, aunque no existe un rango universal con fechas exactas, se suele incluir a las personas nacidas en los años 60 y hasta principios de los 80. No hay precisión tampoco respecto a las fechas de inicio y fin de la Generación Y. Los demógrafos suelen utilizar los primeros años de la década de 1980 como años de inicio y de mediados de la década de 1990 a principios de la de 2000 como años de finalización. Aunque el rango más considerado por muchos es desde 1986 hasta 1999. El término millennial se acuñó en 1987, en un momento en que los niños nacidos en 1982 iniciaban la educación preescolar y los medios de comunicación identificaron por primera vez su posible vínculo con el inminente nuevo milenio como la clase que finalizaría la educación secundaria en el año 2000. He nacido en 1982, por lo tanto digamos, que debido a la inexactitud de comienzo y fin de estas generaciones, estoy entre el final de una generación y el comienzo de otra, así que considero que tengo características de ambas.

Por ejemplo, viví la llegada del CD, el PC de escritorio, el pinball, el walkman, el fin de los casetes y videocasetes y el nacimiento de Internet. El boom del messenger, las salas de chat, la creación del CV digital, el pirateo y descargas ilegales a través de programas de dudosa procedencia. Y también viví la llegada del teléfono móvil de manera masiva a manos del ciudadano de a pie. Se acabó ir a la biblioteca a fotocopiar libros para documentarte. ¿Quieres aprender idiomas? Chatea con uno en la otra punta del mundo, eso sí, no mucho tiempo que hay que usar la línea fija de casa. He ido viviendo revolución tras revolución sin apenas darme cuenta. He cambiado mi forma de comunicarme, relacionarme con otros, de comprar, de buscar trabajo…

Pero aún no he llegado a mencionar esas tres revoluciones que van a evitar que los de mi generación, y en particular yo misma, prosperemos en la vida.

1.- Las ETTs, o lo que es lo mismo, el cáncer del sistema laboral. Entre 1993 y 1996, entre la finalización del gobierno de Felipe González y la entrada del gobierno de José María Aznar se gestó esta abominación que vienen siendo las empresas de trabajo temporal, o lo que es lo mismo, las agencias retribuidas de colocación que definían a toda persona, sociedad, institución, oficina u otra organización que sirviera de intermediario. Imaginaos la siguiente situación. Una empresa cuya empleada va a iniciar una baja maternal necesita cubrir esa plaza y que alguien siga manteniendo las tareas que ha venido haciendo. Obviamente esa persona tiene intenciones de reincorporarse a su puesto una vez finalizada su baja. ¿Qué se hace? Se llama a una empresa de trabajo temporal que se encarga de buscar al candidato, entrevistarlo, firmar el contrato con él y pagarle el salario. Se puede decir que para la empresa que necesita cubrir el puesto son todo facilidades, ¡no tiene que hacer absolutamente nada! Bien distinta es la situación en la que se encuentra el trabajador, pues como se suele decir, tiene que bailarle el agua a dos empresas. Con una tiene que dar la cara y representarla como si de un empleado de plantilla se tratara, solo cuando todo vaya bien. Porque cuando haya algún problema a quien debe recurrir es a la otra, a quien le paga. ¿Cómo que estás haciendo una hora de más todos los días? Pues dile a la empresa cliente que te lo ponga en tu parte de horas. Porque no te das cuenta de las horas que trabajas hasta que ves que por cada hora te van a pagar 5’75 euros… brutos. Cuando llega el final de la baja maternal, lo lógico sería que la trabajadora recuperara su puesto y funciones y aquí paz y después gloria. Pero no, resulta que la trabajadora, debido a la nueva adquisición en su familia, se incorpora con una reducción de jornada. Y a la persona que la sustituye se le ofrece también el puesto a media jornada, complementario de la trabajadora titular. ¿Por cuánto tiempo? Imposible de saber. ¿Hasta el fin de los tiempos? ¿Qué hace esa trabajadora sustituta? Buscarse otro empleo (no es que haya dejado de hacerlo en ningún momento) que por lo menos cubra la jornada completa.

Para quien no lo sepa en los salarios que se reciben de las ETTs está incluido todo. Es decir, el día que finaliza tu contrato te pagarán lo trabajado hasta el momento. Están incluidas las vacaciones y las pagas extras. Por lo que, si se te ocurriera caer enferma, tendrían que descontarte del salario los días no trabajados. Es lo que viene siendo un jornalero. Y es más, si tu baja se alargara más de lo que la empresa cliente pudiera aguantar sin ti, la ETT está obligada a proporcionarle otro candidato para sustituirte. Un sustituto para el sustituto, ¡lo nunca visto! He trabajado para bastantes ETTs y el principal problema para la trabajadora, a parte obviamente de precario salario y las condiciones, es la relación que se genera con la empresa a la que le prestas servicios. No estás incluida en la toma de decisiones, no se cuenta contigo para nada, simplemente te dejas llevar por la corriente. Como anécdota os contaré lo siguiente. Un verano me contrató una ETT para sustituir a una persona que se iba de vacaciones un mes. Y en febrero del año siguiente contactaron nuevamente con la ETT para ver si yo estaba disponible para esta vez una posición que no era de sustitución, sino de soporte a otro departamento, algo más estable. ¿Por qué la empresa no contactó conmigo personalmente? ¿Por qué recurrieron a la ETT? ¿Por qué pagar por un empleado 3 veces más a través de una ETT que contratándolo directamente, sin intermediarios? La vuelta a esta empresa fue como si no me hubiera ido. Todo el mundo me dio la bienvenida, se alegraron de mi vuelta, abrazos… Ojo, todo un sentimiento falso de pertenencia a un grupo que solo te ve como “servicios” cuando llega la factura de la ETT con las horas de tu trabajo. Así es, mi trabajo viene cotizado en una factura. Se acercan las navidades y el negocio ha ido muy bien. Se celebra una fiesta para celebrar el no sé cuántos aniversario de la marca en España, a la que sorpresivamente me invitan, y en ella se comunica que en navidades nos vamos a París, a la sede central de la empresa. Nos van a pagar un fin de semana en París con el billete de avión, la estancia en el hotel y la cena, y tendremos la oportunidad de conocer a los compañeros de otras sedes con las que trabajamos en la distancia todos los días. En unos días nos llegará un email para confirmar nuestra asistencia. Ingenua de mi, a una semana de la fiesta, le dije a mi supervisora que no me había llegado el mensaje. A lo que me contestó que lógicamente yo no estaba invitada, que no pertenecía a la empresa. ¿Cómo que no pertenezco a la empresa? Llevo aquí 10 meses, me habéis invitado a la fiesta donde me habéis dicho que estamos invitados, tengo que llevar un uniforme con vuestro logo y colores, tengo que responder al teléfono con el saludo corporativo, tengo que dar la cara por vosotros y responder a clientes insatisfechos. ¿No soy de la empresa? Pues por 5’75 euros (brutos) la hora, no.

Las empresas se aprovechan de la existencia de estas contrataciones por ETT para no hacer jamás indefinido a un empleado. ¿Les da miedo el vínculo que se pueda crear? ¿No te apetecería más tener a un empleado competente que realice sus tareas con eficacia y bien remunerado e integrado en un equipo de trabajo que estar constantemente enseñando a una persona distinta cada X tiempo?
2.- La burbuja inmobiliaria, otro cáncer, o lo que es lo mismo, cuando a alguien se le ocurrió pensar que si ponía a la venta su piso a 2 euros, ¿por qué no lo iba a poner a 6, a ver si venía algún imbécil y lo compraba? Y lo que es peor. Cuando a este tándem se unieron los bancos y repartieron hipotecas a mindundis mileruristas a diestro y siniestro a 40 años por pisos de 270.000 euros cuando no llegaban ni a 90.000. Ahí va la pareja ilusionada, ganando mil eurillos cada uno de ellos. Van a pagar unos 800 euros al mes de hipoteca. El salario prácticamente de uno de ellos se va en la hipoteca, pero aún así, el banco también les dice: Anda, cambiaros de coche. Y ella se queda embarazada. Después de tener al bebé y de incorporarse a su puesto de trabajo, a ella la despiden. En unos meses no podrán hacerse cargo del pago mensual. ¡Qué malos los tíos del banco! ¿Cómo pueden dormir sabiendo lo que está pasando esta familia? ¿De qué van a comer? ¿De qué van a vivir? ¿Cómo van a pagar las facturas? Los bancos viven de comisiones y de desgraciados como tú y como yo. Ese es su trabajo. ¿Qué os parecería una asignatura de “economía básica” en el colegio? Mi pareja y yo, hace unos meses decidimos comprarnos una casa, o por lo menos intentarlo, porque ambos habíamos alcanzado cierta estabilidad laboral. Fuimos a la inmobiliaria, fuimos al banco y hablamos con todas las partes interesadas. Resulta que hay que pagar en efectivo más o menos el 30% del valor de la vivienda. Llevo trabajando 18 años en las condiciones descritas en el punto nº1. ¿Cuánto es el 30% de nada?
3.- Y por si fuera poco, después de haber estado sufriendo en esta vida con trabajos de mierda y en casas de alquiler de mierda, dudo mucho que vaya a cobrar una pensión. Así que solo rezo para que mis padres me dejen algo en herencia, unas migajas, para tener un techo donde caerme muerta. Sé que si me quedo sin empleo, tendré un techo. Os cuento que a finales de los 70 mi padre ganaba, pasado a euros, 72 euros y mi madre 48. Se compraron un piso que costaba, en euros, 7.212 euros. Lo pagaron en 10 años. En ese lapso de tiempo tuvieron 2 hijos, en colegio privado hasta empezar la secundaria. Mi padre, camarero, mi madre, asistenta del hogar (más tarde ama de casa sin ingresos). Mi padre echaba 14 horas sirviendo mesas, libraba un solo día a la semana, el restaurante donde trabajaba iba tan bien que cerraban un mes y medio al año de vacaciones pagadas para todos los empleados. Hemos tenido siempre coche (modestos, nada extravagante), nada pagado a plazos (excepto la casa), vacaciones en la playa, sin lujos, lo que se dicen vacaciones familiares, pero eso sí, a todo tren: comidas fuera, papacompramé… Sin marcas ni gilipolleces, pero se vivía de puta madre. Con el salario de una sola persona salió adelante una familia de cuatro miembros.

Y ahora no te puedes independizar si no es compartiendo piso con otros cuatro borregos como tú, peleándoos por las baldas de la nevera y el cajón del congelador. Discutiendo por a quién le toca limpiar el baño. Ahora toca la mediocridad, aguantar hasta los 40 en casa de mamá y papá, con tu título de no sé qué cogiendo polvo entre las estanterías con los libros de Barco de Vapor de cuando eras niño.

Ahora, aun trabajando, somos pobres.

 

4.- Ahora en el nº 4, recientemente, he colocado al coronavirus, pero podría haber sido cualquier crisis, llamadlo como queráis. Porque en tiempos de crisis los empleados vemos con una claridad absolutamente prístina cómo nos tratan las empresas que nos tienen en nómina y cuál es realmente el compromiso de éstas con su plantilla. Ahora más que nunca quedará en evidencia las deslealtades de la empresas hacia sus trabajadores. Jamás España había experimentado una situación como esta. El empresariado español es muy cortoplacista, quieren ver beneficios muy rápido. Quieren montar una empresa y rápido ponerse los primeros de la lista y montarse en el dólar. Y para que eso pase con cierta rapidez hay que explotar de cierta manera a los trabajadores: echar más horas, apretar las tuercas… Es decir, dar más allá del 100%. Ahora más que nunca se descubrirán los trapos sucios que usan las empresas para estar donde están.

 

Hay mucha diferencia social, cultural y sobre todo generacional en cómo se ve la educación de los jóvenes actual comparada con la que tuvieron mis padres.

 

Mis padres vienen de entornos rurales donde la asistencia al colegio estaba mezclada con trabajos en el campo. Donde a veces había que faltar a clase para poder sacar algo de dinero de comer. Donde a las 3 de la tarde entraba tu padre en clase y te sacaba de la oreja, que se acabó, que había que ir a segar. Donde apenas había tiempo para jugar porque tenías que ocuparte, con apenas 7 años, de limpiar, cocinar, cuidar a tus hermanos y lavar ropa. Y no lavar ropa en una lavadora, sino en el río, donde había que romper con piedras el hielo para poder usar el agua. Parece que estoy hablando de la posguerra o algo así, pero mis padres nacieron a mediados de los años 50. Donde mi abuela materna se casó estando embarazada de 7 meses de mi madre y el sacerdote tuvo que mencionar, en una ceremonia prácticamente clandestina, que ese era un hijo del pecado, concebido fuera del matrimonio, cosa que la persiguió durante su vida en el pueblo y el sacerdote no dudaba en recodárselo a cada momento que la viera. No había Reyes, ni Papá Noel, todo se compartía, la ropa se heredaba, se remendaba y se volvía a usar hasta que no quedaba tela. Ese era el mejor regalo que podías recibir: unos pantalones “nuevos”. Mi madre me cuenta que uno de los regalos de Reyes que recuerda fueron unas naranjas y un bote de Nocilla, que obviamente compartió con sus 5 hermanos. ¿No es triste? Esta es una pequeña introducción para que os hagáis una idea de que con solo una generación de por medio, las diferencias son abismales entre la vida que han llevado mis padres y la que estoy llevando yo. Los castigos físicos eran habituales. Si hacías algo mal el maestro te pegaba, y luego llegabas a casa y en vez de encontrar consuelo en tus padres, ellos te volvían a pegar, porque “algo habrías hecho”.

 

¿A cuántos de nosotros nos han puesto como ejemplo un limpiador, una cajera de supermercado, una asistenta del hogar para no acabar como ellos? Si no estudias acabarás como ella. ¿Quieres acabar como ella? ¿Quieres limpiar y quitar mierda a los demás? No, no quiero acabar como ellos. Pero luego lo piensas y dices ¿acabar cómo? ¿No están trabajando y ganando dinero como yo?

 

He hecho todo aquello que se me exigió que hiciera para conseguir una buena posición en la vida. Estudié, y además estudié lo que quise. Puedo decir que mis padres no me obligaron a estudiar nada que no quisiera. No quise ir a la universidad, no pasa nada. Tomé otros caminos igual de provechosos. Invertí en mi educación pero aquí estoy, sobreviviendo. No se me dado a cambio aquello que esperé por mi esfuerzo y dedicación.

Un pensamiento

Todo lo que una persona recibe sin haber trabajado para obtenerlo, otra persona deberá haber trabajado para ello, pero sin recibirlo.

El gobierno no puede entregar nada a alguien, si antes no se lo ha quitado a alguna otra persona.

Cuando la mitad de las personas llegan a la conclusión de que ellas no tienen que trabajar porque la otra mitad está obligada a hacerse cargo de ellas, y cuando esta otra mitad se convence de que no vale la pena trabajar porque alguien les quitará lo que han logrado con su esfuerzo, eso… mi querido amigo… es el fin de cualquier Nación.

“No se puede multiplicar la riqueza dividiéndola”.

Adrian Rogers, 1931

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Los peces y los tiburones

Los japoneses siempre han gustado del pescado fresco. Pero las aguas cercanas a Japón no han tenido muchos peces durante décadas.

Así­ que para alimentar a la población japonesa, fabricaron barcos pesqueros más grandes para ir mar adentro.

Cuanto más lejos iban los pescadores más era el tiempo que les llevaba regresar a entregar el pescado.

Si el viaje llevaba varios días, el pescado ya no estaba fresco. Para resolver el problema, las compañías instalaron congeladores en los barcos pesqueros.

Así­ podían pescar y poner los pescados en los congeladores.

Sin embargo, los japoneses pudieron percibir la diferencia entre el pescado congelado y el fresco, y no les gustaba el congelado, que, por lo tanto, se tenía que vender más barato.

Las compañías instalaron entonces en los barcos tanques para los peces.

Podían así­ pescar los peces, meterlos en los tanques y mantenerlos vivos hasta llegar a la costa.

Pero después de un tiempo los peces dejaban de moverse en el tanque.

Estaban aburridos y cansados, aunque vivos.

Los consumidores japoneses también notaron la diferencia del sabor porque cuando los peces dejan de moverse por días, pierden el sabor fresco. ¿Cómo resolvieron el problema las compañías japonesas? ¿Cómo consiguieron traer pescado con sabor de pescado fresco?

Si las compañías japonesas te pidieran asesoría, ¿qué les recomendarías?

(Mientras piensas en la solución…. Lee lo que sigue):

Tan pronto una persona alcanza sus metas, tales como empezar una nueva empresa, pagar sus deudas, encontrar pareja, etc… empieza a perder la pasión. Ya no necesitará esforzarse tanto. Así­ que se relaja.

Experimentan el mismo problema que las personas que ganan la lotería, o el de quienes heredan mucho dinero y nunca maduran, o de quienes se quedan en casa, o los que hacen adictos a los medicamentos para la depresión o la ansiedad.

Como el problema de los pescadores japoneses, la solución es sencilla.

Hay una frase que dice:

«Las personas prosperan más cuando hay desafíos en su medio ambiente»

Para mantener el sabor fresco de los peces, las compañías pesqueras pusieron a los peces dentro de los tanques en los botes,  pero pusieron también un tiburón pequeño.

Claro que el tiburón se comía algunos peces, pero los demás llegaban muy, pero muy vivos.

¡Los peces eran desafiados! Tenían que nadar durante todo el trayecto dentro del tanque, ¡para mantenerse vivos!

Cuando alcances tus metas proponte otras mayores.  Nunca debes crear el éxito para luego acostarte en él.

Así­ que, invita a un tiburón a tu tanque y descubre que tan lejos realmente puedes llegar.

Unos cuantos tiburones te harán conocer tu potencial para seguir vivo y haciendo lo que mejor haces, de la mejor manera posible.

Y si ya los encuentras en el tanque, déjalos que se muerdan entre sí, que no te asusten sus dientes ni sus trampas… tú sigue alerta, pero siempre «fresco».

Siempre habrá tiburones a donde vayas.

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¿A quién lo han apuñalado por la espalda? – Que levanten la mano

Woody Allen tenía esta gran frase en su obra de teatro “Central Park West”. Decía: “La gente no te odia por tus defectos, te odia por tus buenas cualidades”.¿Es cierto o no? Cuando empiezas a romper las reglas, te sientes ansioso y nervioso, especialmente durante épocas de crisis económica y de cambio corporativo, cuando la gente siente la escasez y se siente en incertidumbre.

A veces uso el chiste este de que no sé cómo soy capaz de beberme un vaso de agua sin que salga por todos los agujeros de mi espalda.

Asumámoslo. Mucha gente, alguna gente no es de fiar. Con esto en mente, aquí dejo 10 consejillos para protegerse de las puñaladas traseras (en el trabajo, y si lo podéis llevar a la vida real y no solo en el trabajo, pues mejor).

1. Nunca lleves el corazón en la manga de la camisa de trabajo. ¿Qué significa esto? Date cuenta de que cualquier cosa dicha en privado, puede acabar siendo pública. De hecho los “apuñaladores por la espalda” a menudo a veces intentan recopilar secretos personales y otros datos, para almacenar así munición. Digamos que cuanto menos digas, más protegido estarás. Procura no ser un boca floja.

2. Si tu empresa pasa por malos momentos, no pierdas de vista los reflejos del espejo retrovisor. La desesperación a veces saca fuera nuestras tendencias más “apuñaladoras”. Un compañero que creías un tío normal, de repente se convierte un vendido y en un cabrón, vamos.

3. Los que caminan sobre seguro pueden llevar también un puñal. Traducción: Los supervisores o jefes también apuñalan por la espalda tan a menudo como compañeros de nuestro mismo rango. Estáte alerta. Un jefe es tan HP como cualquiera (por si no lo sabías).

4. No te bajes de la parra. Conviértete en una “uva amiga”. Si el “apuñalador” sabe que estás alerta, que mantienes tus ojos y oídos abiertos a las políticas de la empresa, quizá se piense dos veces antes de apuñalarte. Además, para sobrevevivir es beneficioso para ti estar al tanto sobre reorganización y despidos. No te quedes parado e infórmate.

5. Tus buenas acciones te pueden sacar airoso. Si te das a conocer como una persona que ayuda, eso se sumará a tu “capital político” y además, crearás un ambiente positivo en el que trabajar.

6. Ama a tu prójimo. Vale, admitámoslo. Nosotros no elegimos con quien trabajamos, así que ya que vamos a estar más tiempo con esa gente que con nuestra familia, llevémonos bien. Intenta rodearte de gente de confianza.

7. Asegúrate de que tus amigos no están sólo en los puestos de poder. No trabajes sólo para crearte una buena relación con tu jefe, sino también con tus compañeros, secretarias, asistentes, incluso el chico de los recados.

8. Aprende a interpretar los gestos de los demás. Hemos leído mucho sobre esto. Si prestas atención al lenguaje corporal de una persona, percibirás más datos de los que te pueda decir ella. Una pequeña lista para saber si alguien te está contando una bola.
• Se rascan la nariz mientras hablan.
• Miran hacia arriba y hacia la derecha mientras hablan (están inventando)
• No te miran fijamente, huyen el contacto ojo a ojo.
• Se inquietan mientras hablan.
• Son vagos en detalles en la conversación.
• Dudan antes de responder, en lugar de responder directamente.
• Constantemente dice “Te voy a decir una cosa…” o ¿”Puedo decirte una cosa en confianza”?.
• Cambian su manera de respirar. Cuando estamos nerviosos una persona respira más fuerte, se aclara la garganta, suspira o bufa.

9. El famoso libro “Lo que no se enseña en las escuelas de negocios de Harvard” aconseja sobre todo a estar atento a los momentos clave, como justo después o antes de las reuniones, mientras se espera en el ascensor, o junto a la fotocopiadora o máquina de café. La gente está más relajada y pueden revelar detalles interesantes.

10. Si te han apuñalado por la espalda, llévale el cuchillo al apuñalador, y hazle confesar. Di algo así como: “Si tienes algún problema conmigo, mejor que lo resolvamos ahora, porque tenemos que trabajar juntos y no hay más remedio. Así que asegurémonos de que este problema no se repite”. Si el apuñalador es tu jefe, exígele crear “procedimientos de clarificación” para resolver el problema. Si el apuñalador es un compañero, no sólo enfréntate a él, sino que solicita una reunión con tu jefe. Y muéstrale el “puñal” (ficticio, espero), de manera tranquila y racional. Pide consejo a tu jefe sobre cómo entrar en el “Programa de Protección de Apuñalados por la Espalda”.

Resumiendo, si te han apuñalado por la espalda, el mejor combinado es sacarlo a la luz.

Y resumiendo el resumen: Es difícil ir por la vida desconfiando de la gente, pero es más difícil pasar por un detector de metales con 37 cuchillos clavados en la chepa.

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El funcionariado español

Lo primero de todo, para aquellas personas que lo sean o tengan familiares, esta es mi opinión. Podréis pensar que es generalizada y todo lo que os dé la gana. Para eso tenéis la opción de dejar comentarios más abajo. Si alguien se siente ofendido, es por una razón. Porque es verdad.

El funcionariado español me huele a rancio. Es como abrir un baúl de esos de la abuela donde guarda ropa vieja o comida en lata. Es como una caja de sorpresas, pero sabes que tienes el 99% de que te toque algo que no te guste. El día que te toca algo que te gusta, buscas cámaras ocultas, a ver si se trata de una broma, o consultas el calendario a ver si es el día de los inocentes.

Cuando tengo que hacer gestiones con la administración, se me revuelven las tripas. La noche anterior no duermo, empiezan las paranoias del tipo: ¿Tendré toda la documentación? ¿Me faltará algo? ¿Hice fotocopia del DNI? ¿Le llevo un certificado médico? O mejor, le llevo la radiografía del tobillo que me rompí con 6 años. Por si acaso… Y lo que es peor no es que te falte ese documento, sino las contestaciones que recibes por parte de algunos funcionarios:

(Léase lo que está en mayúsculas con mayor énfasis)

– ¿Es que no sabe USTED, señorita, que sin LA FOTOCOPIA DE LA PARTIDA DE NACIMIENTO DE SU BISABUELA… ESTO no se puede hacer?

Y te mira por encima de esas gafitas que se llevan a ras de la nariz.

Y tú contestas, temblorosa, como cuando no te sabes la pregunta en un examen.

– Pues mire, yo es que no lo sabía… yo pensé que…
– Pues es que eso USTED debería saberlo.
– Bueno, ¿y qué puedo hacer?
– A MI no me pregunte.

¿Y a quién coño se lo pregunto entonces? O sea, si no está él para resolverme las dudas, ¿qué hago? ¿Llamo a Aramís Fuster a ver si me echa una mano?

Particularmente hay dos funcionarios de la oficina del INEM de la calle Víctor Andrés Belaúnde de Madrid (que ya he visitado en 3 ocasiones) que son de esos que hay que darles de comer aparte. Uno es una señora que de las 3 veces que he ido, no le han gustado los documentos que he llevado en 2 de esas 3 ocasiones. El certificado de empresa llevaba la firma de mi antigua jefa, que la pobre se quedó en el cuadernillo de caligrafía Rubio  número 2. La funcionaria cuestionó si esa firma la había hecho yo (falsificando así el documento). Le contesté que no. Y me dijo que ESA FIRMA, la había hecho yo. Le repito que no, le sugiero que la compruebe con la de mi carnet de identidad. Finalmente me da el visto bueno.

En la segunda ocasión no le debió gustar que el documento estuviera impreso con una tinta un poco más clara de lo habitual. Y sugirió que era una fotocopia. Le dije que ahí llevaba el sello y la firma de la empresa, el documento lleva mi nombre y mis datos, por lo tanto, sea fotocopia o no (que no lo era) el documento está correcto.

El segundo individuo se corresponde al ejemplo que os he detallado al principio. Le encanta ridiculizarte alzando la voz, exponiendo tu ignorancia delante de los demás. Y lo soluciona todo con un “A mi no me pregunte”.

A veces me dan ganas de decirles de todo. Si yo no estuviera en paro, ellos no estarían trabajando en la oficina del INEM, o sea, que son ellos los que tendrían que agradecerme que yo estuviera desempleada.  Y con eso de que no se les puede despedir… En serio, ¿por qué no se puede despedir a un funcionario? A algunos deberían haberlos despedido hace tiempo. Por incompetencia, falta de profesionalidad y falta de educación. Si no saben tratar con público, deberían buscarse otra cosa. ¿Qué pasa, que un funcionario es como un policía, que no se le puede tocar? ¿Qué pasa cuando cometen algún error? ¿Se les da una palmadita en la espalda y se les dice: Venga, no te preocupes, todos somos funcionarios? ¿Qué pasa cuando un funcionario tiene que probar de su propia medicina y hacer gestiones como cualquier hijo de vecino? Seguro que tienen pase VIP y se ahorran las colas y los malos modales. A ver si me consigo yo uno de esos pases.

Ahí os dejo un enlace que lo explica todo muy bien.

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Profesionalidad

Hay profesiones que no se pueden ejercer sin un mínimo de vocación. No se basan en cumplir las ocho horas y hasta mañana, hay que volcarse en cuerpo y alma. En las residencias de la tercera edad toda persona que trabaje debe tener vocación y gustarle su trabajo. Los ancianos son como los niños, necesitan mucho cariño, mucha paciencia y quien no se lo pueda dar no debería ejercer ese trabajo. Se conocen verdaderas atrocidades con estas personas, que indefensas, tienen que soportar malos modos de gente que no tenía que estar allí. Es corriente que se cierren residencias por malos tratos, desidia o dejadez.

Lo mismo puede decirse de casi cualquier profesión: bibliotecas, guarderías, tiendas… mucha gente busca trabajo sin interesarle de verdad y dando por ello un servicio pésimo. Tampoco estoy diciendo que vayamos dando besos a todo el mundo ni colegueando con todos. La palabra exacta es «profesionalidad». Si eres un buen profesional en lo tuyo sobran los comentarios.

Me dan ganas de dirigirme a alguno y decirle: sé lo difícil que es conseguir trabajo, pero cuando te salga algo mejor, cógelo, esto no es lo tuyo. Conozco personas con vocación que la han perdido por las condiciones lamentables de esos trabajos:

1 – Turnos largos y rotativos
2 – Mal pagado
3 – Contratos precarios
4 – Muchas horas

Si echamos a las personas con vocación y no pagamos la profesionalidad, es normal que luego el resultado sea ese: malos modos, mal servicio y malas caras.

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Es una lataaaa, el trabajaaaar…

Hola coleguitas. Os escribe vuestra amiga ex – parada. Qué bien. Hace 3 días averigüé que hay gente que se levanta más temprano que yo. Es decir, básicamente ellos podrían poner en marcha el metro de Madrid. Es increíble la fauna que hay a esas horas.  Pero en fin… centrándonos en mi nuevo trabajo… puntualicemos.

  • Me lleva casi hora y media llegar.
  • No me pagan la comida.
  • Mi ordenador es del periodo jurásico.

Por lo tanto, me levanto a las cinco y media de la mañana, tengo que comer de taperwas, y vamos, no me puedo ni bajar el messenger, jajaja. ¡Qué menos!, ¿no? Ah bueno, y llego a casa a eso de las siete de la tarde. O sea, que no tengo vida propia porque cuando llego a casa sólo hay ganas de pillar el sofá (o la cama, según se precie) y olvidarme del mundo.

Qué guay es trabajar.

Bueno, hay carcamales que se desviven para una empresa que ni siquiera es suya; a mi me suda la polla. Si fuera mi negocio, vaya… pero para una multinacional que sólo le importan los beneficios. No se interesa por el empleado que tiene a su padre en el hospital, o la mujer que ha tenido que
dejar a su hijo pequeño con la vecina…

Resumiendo. El trabajo de recepcionista es duro. ¡Qué digo! Trabajar en sí es duro.

Gracias a todos por vuestros comentarios de apoyo.

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Una menos en la lista del paro

El otro día quejándome de una tía puta que me humilló en una entrevista de trabajo y hoy mismo, después de la enésima entrevista, me han dado trabajo. Sí señor. Sólo ha hecho falta una pequeña charla y ya está.

 

Aún no sé muy bien cuáles serán mis tareas, pero me han dicho que posiblemente lleve uniforme.

 

Pss… uniforme… hombre… tiene sus ventajas. No tienes que rebanarte la cabeza con ¿y qué me pongo mañana? Ya sabes lo que hay. Pero por otro lado anula tu personalidad. Y el día que tus compañeros de trabajo te ven vestido “de calle” ni te reconocen; y tus amigos, cuando te ven vestida “de trabajo” se ríen de ti. No sé qué es peor, la verdad…

 

En fin… por lo menos ya tengo trabajo. Trabajo significa dinero, y dinero, digan lo que digan, significa FELICIDAD. Y si no la da, por lo menos ayuda.

 

Se despide vuestra amiguita trabajadora.

Las entrevistas de trabajo vol. I

Sí, estoy buscando trabajo. ¿Raro, verdad? Joven, con estudios, con experiencia, pero que vive en España. He ahí el problema. Pero dejemos a un lado este tema. Centrémonos en las entrevistas de trabajo. A continuación transcribo preguntas reales (REPITO: preguntas reales) de entrevistas de trabajo. Las respuestas no son las que yo di en su momento, pero las que me hubiera gustado contestar.

¿Cómo te ves en nuestro departamento de marketing?

Pues señora, si no me da el trabajo, difícilmente me voy a ver en su departamento de marketing.

¿Eres capaz de mantener una conversación en inglés?

Bueno, digo yo que depende de la conversación. Si usted me habla de la reproducción del chipirón… lo veo difícil.

¿Qué aspectos de su trabajo son más importantes?

A ver, pedazo de imbécil, que no tengo trabajo, a eso he venido. A que me lo des tú.

Describa la forma en que su puesto se relaciona con los objetivos del departamento y de la empresa en general.

Paso palabra.

¿Por qué se empeñan en preguntar cosas que son imposibles de contestar a menos que ya estés trabajando? Si quieren adivinar el futuro, que contraten a una pitonisa.

A ver… ¿cómo se ve usted en el departamento de marketing dentro de 5 años? Pues… veamos… las cartas me dicen que me vais a pagar una miseria, que tendré que hacer horas extras y además hacerle la pelota al jefe financiero. Y le digo una cosa… como tenga que hacerle la pelota también al jefe comercial, ¡le voy a poner dos velas negras!

Otro tipo de entrevistas que odio son esas grupales. Bastante nervioso y agobiado estás ya como para encima tener que escuchar la vida laboral de los demás; que, por supuesto, es mejor que la tuya (mejor que la mía seguro que sí). Siempre está el típico o la típica que es licenciado/a en la reproducción del chipirón y encima puede hablar en inglés sobre ello; porque ha pasado los últimos veranos en California. Y claro, ahí llegas tú, con tu curso CCC de guitarra a distancia… que se te caen los palos del sombrajo. Jodido sería si estuvieras sólo frente al entrevistador, pero joder, delante de otras 7 personas… Te sientes como la víctima de una cámara oculta.

Preguntas (siguen siendo reales):

¿Le importaría que fuéramos a su casa a hacerle una segunda entrevista?

(Llegado a este momento, lo mejor es marcharse de la entrevista, y agradecerle al entrevistador el haberme hecho perder el tiempo)

¿Tiene novio/a?

Aquí se espera una respuesta de tipo heterosexual. Porque, queramos o no, sigue habiendo prejuicios respecto a la sexualidad del trabajador. Así que sólo nos queda una de dos. O mentir, o decir la verdad. Según he oído, la cuestión es la siguiente. Pongamos de ejemplo una persona heterosexual. Si es mujer se esperará que diga que no tiene novio, porque según toda la gente de este mundillo si la fémina en cuestión tiene pareja no se concentrará en su trabajo y estará todo el tiempo pensando en él. En cambio, si es hombre, se esperará que tenga pareja (si es estable mejor), porque eso significa que es un hombre sensato y con la cabeza bien puesta. ¡Por favor, donde vamos a llegar con estas teorías! ¿Pretendemos volver a la era Cromagnon? Por mi genial, voy a dejarme crecer los pelos de las piernas y dinero que me ahorraré en depilación.

El hecho de que necesite un trabajo y necesite dinero no significa que tenga que ceder a todas las exigencias del entrevistador, ni tampoco rebajarme a la primera opción que se me presenta, ni por supuesto contestar a todas las preguntas que se me realicen.

Por eso, si algún reclutador de RRHH lee esto (lo dudo, estará maquinando como joder al personal con preguntas estúpidas) le pediría por favor que nos guiemos por el sentido común. Los jóvenes desempleados de hoy sólo queremos nuestro dinerillo para cosas sencillas, como un coche, una casita, empezar una vida en común. Aunque nos tengamos que hipotecar hasta el día del juicio final. Bastante jodidas son ya las cosas para que vengan ustedes a complicarlas más.

Un momentito, por favor… le paso…

¿Por qué la gente cuando llama a una empresa piensa que la primera persona que le coge el teléfono va a ser precisamente con la que desea hablar? ¿O la que le va a solucionar los problemas? Supongamos:

Telefónica, buenos días. ¿En qué puedo ayudarle?
Manuel… ¡Manuel!
Disculpe… ¿con quién hablo?
Vamos a ver señorita, ¿usted no sabe quien soy? ¡Si soy Eugenio!
No, lo siento.
¿Pero está Manuel?
¿Sabe el apellido?
Pero qué Manuel va a ser, ¡pues Manolo, hombre!

Y es aquí cuando dan ganas de decir ¿Cuál, el del bombo?

Y lo que jode el famoso “vamos a ver”, en todo caso será “vamos a oír”, porque de ver… me temo que poco.

El problema es que la gente llama acelerada a la empresa, sobre todo si se trata de poner una queja, y es cuando tú, o en este caso yo, con la diplomacia que tengo (nótese que es una ironía) exploto en mil pedazos y me importa tres narices perder un cliente, porque YO también soy persona. Y yo a veces también tengo mal día, pero mis problemas no los tienen que pagar los demás. Es lo que un antiguo jefe mío decía. Decía muchas tonterías, pero hubo una cosa que se me quedó. Y es lo que él llamaba “La rueda del encabronamiento”.

Es decir, tú te levantas por la mañana, no tienes agua caliente para la ducha, no hay café, vas al coche y tienes una rueda pinchada, pierdes el autobús y llegas tarde a trabajar. La cuestión es, ¿qué culpa tienen tus compañeros de que te hayas levantado con el pie izquierdo? ¿Por qué van a pagar ellos tu mal humor? Y claro, como estás todo el día de morros, todo te sale mal y vuelves a casa con la rueda del encabronamiento girando, y aquí descargas con la familia, los hijos… ni el perro se libra.

Por eso hay que romper esa rueda, y pararnos un poco a pensar en los demás. Dejarnos los problemas en casa o donde se quiera. El mundo iría mucho mejor si todo el mundo hiciera esto. Descarga tu mal humor o cántale las cuarenta a la persona indicada, y si el día te ha salido
mal, métete de cabezazos contra la pared. Así al menos tendrás algo serio de lo que quejarte.

Y por favor, sed amables con los recepcionistas, que somos simples mandaos y lo único que hacemos el recoger llamadas.