Archivo de la categoría: Religión

Esas celebraciones, reuniones familiares o de amigos que no tenemos porqué ir

  1. Bautizos/Comuniones. De verdad, no me invitéis a bautizos/comuniones de primos, ni de hijos de primos ni de conocidos. El niño/a no va a notar mi ausencia. Ya no es por el desembolso que supone comprarse un vestido medianamente bonito/barato ni el regalo del/a susodicho/a, si no que la celebración me toca los huevos. Y además, ¿por qué tomas decisiones por él? ¿Por qué no esperar a que él/ella sepa si se quiere bautizar? ¿Hasta qué punto la religión es un punto importante en tu vida para que se lo quieras inculcar a tu hijo/a? Y no me digas que vas a misa todos los domingos…
  2. Babyshower. Sí, la mariconada esta de reunirse las mismas borrachuzas de tu despedida de soltera, pero ahora, en vez de regalarte diademas con pollas con velo de novia, te regalan pañales y sonajeros.
  3. En la misma categoría entran las despedidas de soltera. Si ya me cabrean las bodas, las despedidas ni te cuento. Ahí está la novia con ese pollón en la cabeza, con un Martini en la mano y el rímel churretoso gritando: Chicasssss… sois las mejores…. De verrrgdad… soisss… guayssss.
  4. Bodas de parientes con los que no comparto ni un apellido. En esta categoría también entran las famosas bodas de “tengo que ir/tengo que invitarlos porque los padres de la novia invitaron a mis padres a su propia boda”. Es más, sin consultar ni nada, un día te llega la invitación a casa (porque tu madre le ha dado tu dirección). Y es fantástico ver cómo las cosas han cambiado. Ahora, al pie de página de la invitación ya no pone “se ruega confirmación”. Ahora ponen el número de cuenta corriente. Como diciendo: Nos da igual si vienes o no, pero ingresa aquí la pastuza.
  5. “Ir por quedar bien” o “para que te vean”. Anda, pásate por el hospital/tanatorio/funeral para que te vean, para que vean que has ido. La gente es hipócrita. Uno va a los funerales o tanatorios u hospitales por la persona en cuestión, no por los demás. Uno va a funerales por mostrar respeto al que se marchó. Es cierto que no lo va a ver, pero está en el corazón de cada uno los motivos por los que quieres estar en el último momento con alguien que significó algo en tu vida. Cuando alguien importante ya no está y sientes tristeza, el quedar bien no significa nada.

Hasta los cojones de los mineros chilenos

Bueno, ya no puedo más. Debo confesar: No hay nada de milagroso, heroico o peligroso. En serio, no lo hay.

Voy  a simplificarlo. 33 personas se quedaron bajo tierra mientras trabajaban. Ser minero es muy peligroso, no es ser cocinero, ni contable. Yo como oficinista tengo mis riesgos en mi trabajo: me puedo tropezar con un archivador, caerme de una silla, clavarme las tijeras. Pero ellos asumen muchos más riegos. Mientras estaban ahí abajo no podían hacer nada, sólo esperar y continuar viviendo. Los ingenieros cavaron una gran galería y desde ese momento tuvieron todo para sobrevivir. Incluso videollamada con sus familiares, ¡venga, hombre! Entonces se montaron en una cabina hacia la superficie y chimpún.

Después de alcanzar la preciosa luz solar los mineros aguardan la dura realidad de la vida en la superficie: FAMA Y FORTUNA – QUIÉN FUERA MINERO.

Así que los mineros ya están fuera. Y no hacen más que dar gracias a dios por todo lo que los ha ayudado. ¿Perdonaaaaaa? Ha habido involucrado un centenar de personas, ingenieros de la NASA entre ellos, y que sin ellos no habría sido posible absolutamente nada. Dicen que han rezado y que dios los ha escuchado. Por favor, qué falta de respeto y qué desagradecidos.

Aquí os dejo traducido del inglés un texto de la agencia de medios Associated Press:

“Los mineros ahora se enfrentan a retos no menos que emocionantes. Se reincorporan a un mundo intensamente curioso acerca de su terrible experiencia, han sido invitados al palacios presidenciales, a vacaciones pagadas y apariciones en incontables programas de televisión. Tienen contratos para películas y novelas”.

Bien, amigos míos, estoy lista para echarme al pozo.

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Lo que falla en el Islam

Lo primero que falla en el Islam es la relación entre razón y fe. Mahoma fundó una religión simple, más práctica que dogmática, en la que el creyente debía someterse a la voluntad de un dios allende la razón.
En Damasco y en Bagdad, el Islam conoció el pensamiento helénico y la patrística cristiana. Los filósofos mutazilíes (ver punto 5.3) exploraron el uso de la filosofía griega para profundizar en el Islam, pero la reacción aserí y el prestigio de Algazel acabaron con los intentos de conciliar fe y razón. La confusa idea de Averroes de que la fe podía sostener algo contrario a la razón empeoró las cosas. Alá reafirmó su voluntad arbitraria e irracional, palideció el principio de causalidad, la verdad racional quedó debilitada y el libre albedrío, menospreciado. El Islam renunció a entender para creer y limitó su raciocinio a emitir jurisprudencia sobre la ley coránica. Es una dramática escisión entre fe y razón.

El segundo problema del Islam es la relación entre religión y política. El mahometismo no es sólo una religión, sino un sistema político total que regula la vida espiritual y social. La teología o kalam es allí una extensión de la política, porque Dios es el César, y el reino de Alá es de este mundo. La confusión de sacerdocio e imperio empieza con el propio Mahoma, que fue a la vez profeta y legislador, predicador y rey, califa y sultán. Por consiguiente, la sharia o ley islámica, el conjunto de normas derivadas del Corán y las tradiciones de Mahoma, funciona como derecho común en los países musulmanes. A un sistema político que se confunde con lo religioso le es esencial el dualismo, la distinción entre fieles e infieles, entre musulmán y kafir.

La sharia consagra esta duplicidad, que oprime a los no musulmanes y hace de la apostasía un delito mayor que el asesinato. En definitiva, el Islam se asienta sobre la separación de lo unido y la confusión de lo distinto. La separación en lugar de la distinción lleva a la confusión, y la confusión en lugar de la distinción conduce a la separación.

Cuando el Islam separa la fe de la razón, acaba confundiendo la omnipotencia divina con la irracionalidad; cuando confunde la religión con la política, acaba separando al infiel de la comunidad social.

En el Islam, la razón se encoge y deja de ser el representante de Dios en el hombre; la política se agiganta y pasa a ser el reino de Dios entre los hombres. Estos dos desequilibrios culturales desatan, justifican y eternizan la violencia que periódicamente rebrota en el Islam, y que describía con tristeza un cristiano de Basora:

No puedes cambiar el Islam. Un día te llaman «hermano» y al otro te matan.

Si el Islam ha de ser una fuerza positiva para la humanidad, es necesario que consiga una relación saludable entre fe y razón, entre religión y política. Ahora bien, la pregunta es si el Islam puede lograrlo sin dejar de ser el Islam.

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El velo de la monja

María cumplirá cinco años el mes que viene. Es sincera e imprudente como todas las niñas de cinco años. Su madre la espera en la puerta del colegio. La besa y la peina. Ella sonríe. Se toman de la mano para cruzar la calle, en manada, unos metros por encima del paso de cebra. Luego la sube en el asiento de atrás del todoterreno aparcado sobre la acera. Y comen con su padre que llega del trabajo media hora más tarde con aliento a cerveza. La chica de la limpieza ha preparado un guiso. No le gusta.

 

La liturgia del almuerzo comienza con un beso en la mejilla del padre y la narración por la niña de lo ocurrido en clase. Llegamos. Asamblea. Hablamos del fin de semana. Fichas. Patio. Jugamos. Merienda. Y después entró una seño nueva con un trapo en la cabeza. ¿Cómo?, pregunta la madre. Que entró una seño nueva con un trapo en la cabeza. La madre se aparta bruscamente de la mesa y se atusa el cabello con las dos manos. Adónde estamos llegando, dice. Menudo ejemplo para una niña. Qué valores y qué leche. Dónde se ha visto a la maestra cubierta con una señal atávica y discriminatoria para la mujer. ¿Multiculturalismo? ¿Educación para la ciudadanía?  Una mierda.

 

El padre le recrimina la expresión con una mueca. Lo peor no es eso, argumenta. Lo peor es que en el currículo escolar infantil sólo exista
una asignatura diferenciada de las demás: religión o historia de las religiones o como se llame ahora. Justo la que no debiera darse en la escuela. Eso no es lo peor, prosigue la madre. Lo peor es que a tu hija le da clase una mujer con un velo en la cabeza sin que nos hayan pedido permiso. Pero esto no va a quedar así. Mañana mismo hablo con el director. Y tú niña, ¿te vas a comer eso o no? Ya te he dicho que no me gusta mamá, le reprocha. Vale, ahora le digo a la chica de la limpieza que te fría unas patatas con tal de que me dejes tranquila.

 

El director la recibió amablemente a primera hora. Es joven. De unos 35 años. Con vaqueros y camisa por fuera. Antes de cederle la palabra, el director felicita a la madre por interesarse en la educación de su hija. ¿Qué desea? A mi hija le está dando clase una mujer con un velo en la cabeza. Y yo creo que para ser maestra en nuestro país debería integrarse con nosotros y respetar nuestras costumbres. Porque para mí el velo es un símbolo de opresión machista. Algo así como tirar a la basura los siglos de lucha por la igualdad de las mujeres en el mundo civilizado. Mire, le contesta el director, yo creo que es un ejemplo de respeto y tolerancia. ¿Y a mi hija quien la respeta? ¿Y a mí? Ahora mismo presento una queja a la asociación de padres, a la consejería, al juzgado, dónde sea, pero yo no quiero que mi hija vea normal lo que no es normal.

 

Buscó a su vecina que tiene un hijo de cuatro años y le contó el caso. La vecina llamó a otra y ésta a otra. A la salida se juntaron una docena de madres con una pancarta. Irrumpieron en el colegio gritando contra el director y por los derechos de las mujeres. Entraron en el aula de infantil. Sin llamar a la puerta. La maestra estaba sentada. Tenía un velo en la cabeza. Era monja.

 

 


San Isidro

San Isidro es el santo patrón de los campesinos y es también el santo patrón de la capital de España, Madrid. En el día del santo, la población de Madrid participa en un peregrinaje a la pradera de San Isidro para celebrar su día y así beber el agua santa de la fuente de su ermita. Mucha gente se viste de chulapo y chulapa, e independientemente de su religión, todos participan de esta fiesta: la gente se trae comida para celebrar un picnic y se compran barquillos y rosquillas.

La celebración de esta fiesta dura varios días y se ofrecen muchos acontecimientos culturales: concursos de chotis, conciertos de música, artesanía.



Foto tomada en la iglesia de Santa Cruz de Pinares (Ávila)

Chahdortt Djavann

Los padres que impongan el velo al cuerpo de sus hijas menores deben ser considerados y sancionados de la misma manera que los padres que abusan sexualmente de o que maltratan físicamente a sus hijos.

También recordó (a los franceses y, de paso, a todos nosotros, occidentales ahítos de complejos de culpa colonialistas y tan fácilmente obnubilados ante los molinos de viento del multiculturalismo y demás alianzas de civilizaciones) dos o tres verdades:

El velo islámico no es simplemente un signo religioso, como la cruz cristiana. El equivalente de la cruz cristiana que chicas o chicos pueden llevar al cuello es la medallita en la que están grabados losnombres Alá o Mahoma, o la mano de Fátima.

Cuando se pone el velo a una niña se le inculca su inferioridad, la culpabilidad de su sexualidad femenina; se la pone en el mercado del sexo y del matrimonio. Una niña con velo quiere decir una niña núbil, una niña de consumo. No se tapa a la niña antes de que pueda ser objeto de consumo, antes de que sea casadera: se tapa a la niña para inculcarle que su cabello, las formas de su cuerpo pueden, en todo momento, hacer a los hombres perder el control de sí mismos.

Me gustaría decir también que lo que hoy es considerado como pedofilia en los países democráticos, en todos los países musulmanes no sólo no es considerado como pedofilia, sino que además se trata de algo institucionalizado. Los matrimonios de niñas de 12, 14, 13, 9, 10, 7 años con señores viejos o maduros son hechos irrefutables en todos los países musulmanes.

Extracto del libro de la escritora iraní Chahdortt Djavann afincada en Francia ¡Abajo el velo! (Bas les voiles!). Más información http://djavann.wordpress.com/


La felicidad-a-a-aaa…

Uno de los principios del budismo dice algo así como “el sufrimiento tiene su causa en el anhelo”. Es decir, el deseo nos hace infelices. Por un lado podría considerarse un gran aforismo (nótese que uso palabras fisnas). Sé feliz con lo que tienes, pues con ello tienes suficiente. Yo, por ejemplo, tengo una casa donde vivir, unos padres que se preocupan por mí, comida todos los días, un trabajo (mal pagado, pero trabajo) pero claro.. ¿podría vivir sin mi ADSL, mi ordenador, mi reproductor mp3, mi dvd, mi tele, mi equipo de música…? Bueno, sí. Pero por otro, ¿no es un poco pesimista? Si no luchamos por lo que queremos somos conformistas y cobardes; en cambio, si vamos a por todas somos unos trepas y oportunistas.

Cuando queremos algo y no podemos conseguirlo, nos sentimos frustrados. Cuando queremos agradar a alguien y esto no sucede, nos sentimos dolidos. Aun cuando deseamos algo y lo obtenemos, muchas veces no nos hace felices, porque enseguida nos aburre, perdemos el interés en ello o empezamos a desear otra cosa. El budismo también dice que conseguir lo que queremos no garantiza nuestra felicidad. Que en vez de luchar por lo que queremos, tratemos de modificar nuestro deseo. El deseo nos priva de la felicidad.

Claro que, supongo que lo que es felicidad para unos no lo es para otros. Este es un mundo complicado. El mundo no es como lo vemos, es cómo lo sentimos, hay un mundo para cada uno de nosotros. Fijaos simplemente en una situación tan sencilla como una película. Cada espectador tendrá una reacción frente a ella. Es por esto, que ante situaciones más complejas como la felicidad, el amor, dios, la amistad, las opiniones en un grupo de gente, difieran tanto. Para lo que una persona puede ser monótono y rutinario, otra puede ver una situación de estabilidad y seguridad.

Por eso desde aquí lanzo una pregunta.  Si dejáramos de desear, ¿seríamos felices? ¿Es el ansia de poseer más y más lo que nos hace infelices? ¿Más incluso que el no saber el porqué de nuestra existencia o el significado de la vida?

Esta gente multimillonaria, ¿es feliz? Siempre nos hemos preguntado esto. Quiero decir, que ellos lo pueden conseguir todo. Aunque suene materialista por mi parte, con dinero se consigue prácticamente todo: casa, coches, viajes, amigos, prestigio, buenos médicos, incluso amor, o por lo menos sexo.

Aquí os dejo esta reflexión. ¿Qué os gustaría tener para ser totalmente felices? O, en el caso de que ya lo seáis, contadme qué os hace felices.

No tenemos miedo

Ya están los terroristas tocando los cojones. Voy a enfocar este comentario desde otro punto de vista. Desde el lado “humano” (si es que lo hubiera) de estos sujetos.

 

Todos sabemos que a este grupo de personas les gusta hacer daño, son sólo unos pocos frente a la gran mayoría que no. Es decir, la frase “pagar justos por pecadores” viene al caso. Los que no tienen nada que ver con el fundamentalismo islámico son los que van a pagar el pato.

 

Pensemos por un momento qué se les pasó por la cabeza a estos chavales, porque eran chavales, de apenas 30 años (había incluso uno de 19 años, y otro con un bebéde 8 meses) para acabar con sus vidas de esa manera. Qué lavado de cerebro les deben hacer para llegar a acabar con sus vidas así, dejando familia e hijos. ¿Acaso la vida de tu hijo no vale nada para dejarle huérfano de padre? Lo curioso es que ese niño crecerá creyendo incluso que su padre fue un héroe, y lo cierto es que fue un maldito cobarde asesino.

 

Lo extraño de esta situación es que hay muchas teorías acerca de lo que realmente quieren. ¿Quieren establecer el Islam como religión única? Lo primero es tener fieles para llevarlo a cabo, y no matarlos. ¿Dinero? Dinero no quieren ni necesitan. Está claro que tienen los medios para viajar, comprar explosivos y demás.

 

Tampoco puedo comprender como son tan desagradecidos con el país que les acogió. Los que se inmolaron eran británicos, nacidos en el país, pero con orígenes en diferentes países de Oriente Medio. Sus padres emigraron buscando una vida mejor para ellos, para que crecieran en un país con posibilidades de estudiar, de aspirar a algo mejor, buscaban la prosperidad.

 

Si de verdad quieres hacer cambios, tendrás que hacerlos en vida; y, si los consigues, podrás disfrutarlos y celebrarlos. Pero no se consigue nada estando muerto. Están jugando con las vidas no sólo de las “víctimas”, sino también con las de los verdugos. Son marionetas del terror.

 

Y lo que queda claro es que no tenemos miedo. Que seguiremos haciendo nuestras vidas como siempre, viajando y disfrutando de lo bello que nos ofrece este mundo, porque nuestro paraíso está aquí, no tenemos que esperar a morirnos para disfrutarlo.

 

Para ver otra de mis reflexiones sobre el Islam, click aquí.