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Cuando estás en pareja, las cosas cotidianas cambian

Cuando eres soltero y te vas de vacaciones ya no vas corriendo a ver si el hotel tiene jacuzzi o piscina. Ahora miras cómo es la cama de cómoda y si hay pelos en el desagüe de la bañera.

Cuando estás soltero y vas de compras, ya no miras esa chupa de cuero guapa, guapa. Ahora miras calcetines y calzoncillos… de esos de los holgados.

Cuando estás soltero te ocupas de que en tu buga haya siempre buena música. En pareja te preocupas si no huele a fresco.

Cuando estás soltero tiendes la ropa de cualquier manera. Ahora te preocupa que queden las marcas de las pinzas en la camisa y que los cuellos no queden “esborcicaos” (daos de sí).

Cuando ibas al súper comprabas cualquier cosa. Ahora comparas precios.

Cuando salías de marchuqui con los colegas rápido ponías el radar para controlar a las pibis. Ahora también, pero buscando una mesa libre cerca del baño.

La camiseta esa que pone “Tocador de señoras”… ya no te la pones.

Cuando estabas soltero te ponías el chándal ese pelotillero. Ahora no te lo pones ni para andar por casa.

(Calzoncillos holgaditos estilo «padre», que parecen una bolsa del Alcampo. Tarde o temprano los llevarás).

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El hombre/mujer ideal

Llega el momento en toda conversación adolescente en el que surge la pregunta: Ay, ¿a ti, cómo te gustan? Posibles respuestas: A mi rubios, a mi morenos, pero más alto que yo, ay, pero que sea sensible, que le guste “Titanic”… luego terminarías con un bajito con gafas. ¿Y ellos? … ¿pero con las tetas grandes, no? Jajaj, lo siento, tenía que hacer la broma.

Está estadísticamente comprobado. No hay mujer ideal ni hombre ideal. Ya puedes decir que te gustan las morenas. Sabes que al final se terminará haciendo mechas. Es la ley de toda peluquería. Y tú ya puedes decir que te gustan con un buen culito, que sabes que acabará con la bragueta por las rodillas, tipo pantalón “cagao”. Y es que es así, así funcionan las cosas en esto de las relaciones. Una mujer intentará a lo largo del matrimonio cambiar a su pareja.

Por ejemplo, cuando llevan 6 meses juntos ella ya ha conseguido que no ponga los pies en la mesita del café. Al año juntos ha conseguido que eche la ropa en el cesto de lavar (cuidado, esto a veces lleva año y medio), al año y medio ha conseguido que no deje las uñas de los pies en el lavabo cuando las cortó (de esto hay pocas evidencias), a los dos años ha conseguido que llene la cubitera de los hielos cuando quedó vacía… Pero los hombres, no. Ellos no intentan cambiarnos. Lo que sí intentan es cambiarnos… ¡pero por otra!

Hay hombres que creen que embarcándose en una relación “formal” conseguirán sexo todos los días. Bueno… ¡y algunos ni con esas! Ellos se creen que utilizamos el sexo como chantaje.

Hoy fregaré a ver si hay tema.

Pero no entienden que así no funciona. Ya puedes fregar, pasar el aspirador, sacar la basura, programar el vídeo, ordenar el cajón de los calcetines… que no va a haber manera. Por eso mi consejo, chicas, es que los dejéis unas semanitas de abstinencia, así hacen la limpieza grande de la casa. Algunos me han contado que han llegado hasta a lavar las cortinas del salón.

¿Por qué en todas las parejas llega un momento en el que sus amigos se cuestionan cómo han llegado a estar juntos? Son estas típicas parejas que dices, por dios, pero estos… ¿de qué hablarán? A ella le gusta el petit point, a él tunear coches, a ella le gustan los pañitos de ganchillo, a él la play station. Pero más ajco dan (con jota) esos que son como Pili y Mili. Sí, esos que se visten igual, llevan las mismas gafas, e incluso hablan igual. No sabes si estás hablando con Puri o Manolo. Y es difícil, porque es Manolo quien tiene bigote.

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