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Generaciones

Yo sé que los de mi generación hemos experimentado tres cosas que van a evitar que prosperemos en la vida. Y a qué generación pertenezco, os preguntaréis. Pues he nacido entre lo que llaman Generación X y Generación Y. En la Generación X, aunque no existe un rango universal con fechas exactas, se suele incluir a las personas nacidas en los años 60 y hasta principios de los 80. No hay precisión tampoco respecto a las fechas de inicio y fin de la Generación Y. Los demógrafos suelen utilizar los primeros años de la década de 1980 como años de inicio y de mediados de la década de 1990 a principios de la de 2000 como años de finalización. Aunque el rango más considerado por muchos es desde 1986 hasta 1999. El término millennial se acuñó en 1987, en un momento en que los niños nacidos en 1982 iniciaban la educación preescolar y los medios de comunicación identificaron por primera vez su posible vínculo con el inminente nuevo milenio como la clase que finalizaría la educación secundaria en el año 2000. He nacido en 1982, por lo tanto digamos, que debido a la inexactitud de comienzo y fin de estas generaciones, estoy entre el final de una generación y el comienzo de otra, así que considero que tengo características de ambas.

Por ejemplo, viví la llegada del CD, el PC de escritorio, el pinball, el walkman, el fin de los casetes y videocasetes y el nacimiento de Internet. El boom del messenger, las salas de chat, la creación del CV digital, el pirateo y descargas ilegales a través de programas de dudosa procedencia. Y también viví la llegada del teléfono móvil de manera masiva a manos del ciudadano de a pie. Se acabó ir a la biblioteca a fotocopiar libros para documentarte. ¿Quieres aprender idiomas? Chatea con uno en la otra punta del mundo, eso sí, no mucho tiempo que hay que usar la línea fija de casa. He ido viviendo revolución tras revolución sin apenas darme cuenta. He cambiado mi forma de comunicarme, relacionarme con otros, de comprar, de buscar trabajo…

Pero aún no he llegado a mencionar esas tres revoluciones que van a evitar que los de mi generación, y en particular yo misma, prosperemos en la vida.

1.- Las ETTs, o lo que es lo mismo, el cáncer del sistema laboral. Entre 1993 y 1996, entre la finalización del gobierno de Felipe González y la entrada del gobierno de José María Aznar se gestó esta abominación que vienen siendo las empresas de trabajo temporal, o lo que es lo mismo, las agencias retribuidas de colocación que definían a toda persona, sociedad, institución, oficina u otra organización que sirviera de intermediario. Imaginaos la siguiente situación. Una empresa cuya empleada va a iniciar una baja maternal necesita cubrir esa plaza y que alguien siga manteniendo las tareas que ha venido haciendo. Obviamente esa persona tiene intenciones de reincorporarse a su puesto una vez finalizada su baja. ¿Qué se hace? Se llama a una empresa de trabajo temporal que se encarga de buscar al candidato, entrevistarlo, firmar el contrato con él y pagarle el salario. Se puede decir que para la empresa que necesita cubrir el puesto son todo facilidades, ¡no tiene que hacer absolutamente nada! Bien distinta es la situación en la que se encuentra el trabajador, pues como se suele decir, tiene que bailarle el agua a dos empresas. Con una tiene que dar la cara y representarla como si de un empleado de plantilla se tratara, solo cuando todo vaya bien. Porque cuando haya algún problema a quien debe recurrir es a la otra, a quien le paga. ¿Cómo que estás haciendo una hora de más todos los días? Pues dile a la empresa cliente que te lo ponga en tu parte de horas. Porque no te das cuenta de las horas que trabajas hasta que ves que por cada hora te van a pagar 5’75 euros… brutos. Cuando llega el final de la baja maternal, lo lógico sería que la trabajadora recuperara su puesto y funciones y aquí paz y después gloria. Pero no, resulta que la trabajadora, debido a la nueva adquisición en su familia, se incorpora con una reducción de jornada. Y a la persona que la sustituye se le ofrece también el puesto a media jornada, complementario de la trabajadora titular. ¿Por cuánto tiempo? Imposible de saber. ¿Hasta el fin de los tiempos? ¿Qué hace esa trabajadora sustituta? Buscarse otro empleo (no es que haya dejado de hacerlo en ningún momento) que por lo menos cubra la jornada completa.

Para quien no lo sepa en los salarios que se reciben de las ETTs está incluido todo. Es decir, el día que finaliza tu contrato te pagarán lo trabajado hasta el momento. Están incluidas las vacaciones y las pagas extras. Por lo que, si se te ocurriera caer enferma, tendrían que descontarte del salario los días no trabajados. Es lo que viene siendo un jornalero. Y es más, si tu baja se alargara más de lo que la empresa cliente pudiera aguantar sin ti, la ETT está obligada a proporcionarle otro candidato para sustituirte. Un sustituto para el sustituto, ¡lo nunca visto! He trabajado para bastantes ETTs y el principal problema para la trabajadora, a parte obviamente de precario salario y las condiciones, es la relación que se genera con la empresa a la que le prestas servicios. No estás incluida en la toma de decisiones, no se cuenta contigo para nada, simplemente te dejas llevar por la corriente. Como anécdota os contaré lo siguiente. Un verano me contrató una ETT para sustituir a una persona que se iba de vacaciones un mes. Y en febrero del año siguiente contactaron nuevamente con la ETT para ver si yo estaba disponible para esta vez una posición que no era de sustitución, sino de soporte a otro departamento, algo más estable. ¿Por qué la empresa no contactó conmigo personalmente? ¿Por qué recurrieron a la ETT? ¿Por qué pagar por un empleado 3 veces más a través de una ETT que contratándolo directamente, sin intermediarios? La vuelta a esta empresa fue como si no me hubiera ido. Todo el mundo me dio la bienvenida, se alegraron de mi vuelta, abrazos… Ojo, todo un sentimiento falso de pertenencia a un grupo que solo te ve como “servicios” cuando llega la factura de la ETT con las horas de tu trabajo. Así es, mi trabajo viene cotizado en una factura. Se acercan las navidades y el negocio ha ido muy bien. Se celebra una fiesta para celebrar el no sé cuántos aniversario de la marca en España, a la que sorpresivamente me invitan, y en ella se comunica que en navidades nos vamos a París, a la sede central de la empresa. Nos van a pagar un fin de semana en París con el billete de avión, la estancia en el hotel y la cena, y tendremos la oportunidad de conocer a los compañeros de otras sedes con las que trabajamos en la distancia todos los días. En unos días nos llegará un email para confirmar nuestra asistencia. Ingenua de mi, a una semana de la fiesta, le dije a mi supervisora que no me había llegado el mensaje. A lo que me contestó que lógicamente yo no estaba invitada, que no pertenecía a la empresa. ¿Cómo que no pertenezco a la empresa? Llevo aquí 10 meses, me habéis invitado a la fiesta donde me habéis dicho que estamos invitados, tengo que llevar un uniforme con vuestro logo y colores, tengo que responder al teléfono con el saludo corporativo, tengo que dar la cara por vosotros y responder a clientes insatisfechos. ¿No soy de la empresa? Pues por 5’75 euros (brutos) la hora, no.

Las empresas se aprovechan de la existencia de estas contrataciones por ETT para no hacer jamás indefinido a un empleado. ¿Les da miedo el vínculo que se pueda crear? ¿No te apetecería más tener a un empleado competente que realice sus tareas con eficacia y bien remunerado e integrado en un equipo de trabajo que estar constantemente enseñando a una persona distinta cada X tiempo?
2.- La burbuja inmobiliaria, otro cáncer, o lo que es lo mismo, cuando a alguien se le ocurrió pensar que si ponía a la venta su piso a 2 euros, ¿por qué no lo iba a poner a 6, a ver si venía algún imbécil y lo compraba? Y lo que es peor. Cuando a este tándem se unieron los bancos y repartieron hipotecas a mindundis mileruristas a diestro y siniestro a 40 años por pisos de 270.000 euros cuando no llegaban ni a 90.000. Ahí va la pareja ilusionada, ganando mil eurillos cada uno de ellos. Van a pagar unos 800 euros al mes de hipoteca. El salario prácticamente de uno de ellos se va en la hipoteca, pero aún así, el banco también les dice: Anda, cambiaros de coche. Y ella se queda embarazada. Después de tener al bebé y de incorporarse a su puesto de trabajo, a ella la despiden. En unos meses no podrán hacerse cargo del pago mensual. ¡Qué malos los tíos del banco! ¿Cómo pueden dormir sabiendo lo que está pasando esta familia? ¿De qué van a comer? ¿De qué van a vivir? ¿Cómo van a pagar las facturas? Los bancos viven de comisiones y de desgraciados como tú y como yo. Ese es su trabajo. ¿Qué os parecería una asignatura de “economía básica” en el colegio? Mi pareja y yo, hace unos meses decidimos comprarnos una casa, o por lo menos intentarlo, porque ambos habíamos alcanzado cierta estabilidad laboral. Fuimos a la inmobiliaria, fuimos al banco y hablamos con todas las partes interesadas. Resulta que hay que pagar en efectivo más o menos el 30% del valor de la vivienda. Llevo trabajando 18 años en las condiciones descritas en el punto nº1. ¿Cuánto es el 30% de nada?
3.- Y por si fuera poco, después de haber estado sufriendo en esta vida con trabajos de mierda y en casas de alquiler de mierda, dudo mucho que vaya a cobrar una pensión. Así que solo rezo para que mis padres me dejen algo en herencia, unas migajas, para tener un techo donde caerme muerta. Sé que si me quedo sin empleo, tendré un techo. Os cuento que a finales de los 70 mi padre ganaba, pasado a euros, 72 euros y mi madre 48. Se compraron un piso que costaba, en euros, 7.212 euros. Lo pagaron en 10 años. En ese lapso de tiempo tuvieron 2 hijos, en colegio privado hasta empezar la secundaria. Mi padre, camarero, mi madre, asistenta del hogar (más tarde ama de casa sin ingresos). Mi padre echaba 14 horas sirviendo mesas, libraba un solo día a la semana, el restaurante donde trabajaba iba tan bien que cerraban un mes y medio al año de vacaciones pagadas para todos los empleados. Hemos tenido siempre coche (modestos, nada extravagante), nada pagado a plazos (excepto la casa), vacaciones en la playa, sin lujos, lo que se dicen vacaciones familiares, pero eso sí, a todo tren: comidas fuera, papacompramé… Sin marcas ni gilipolleces, pero se vivía de puta madre. Con el salario de una sola persona salió adelante una familia de cuatro miembros.

Y ahora no te puedes independizar si no es compartiendo piso con otros cuatro borregos como tú, peleándoos por las baldas de la nevera y el cajón del congelador. Discutiendo por a quién le toca limpiar el baño. Ahora toca la mediocridad, aguantar hasta los 40 en casa de mamá y papá, con tu título de no sé qué cogiendo polvo entre las estanterías con los libros de Barco de Vapor de cuando eras niño.

Ahora, aun trabajando, somos pobres.

 

4.- Ahora en el nº 4, recientemente, he colocado al coronavirus, pero podría haber sido cualquier crisis, llamadlo como queráis. Porque en tiempos de crisis los empleados vemos con una claridad absolutamente prístina cómo nos tratan las empresas que nos tienen en nómina y cuál es realmente el compromiso de éstas con su plantilla. Ahora más que nunca quedará en evidencia las deslealtades de la empresas hacia sus trabajadores. Jamás España había experimentado una situación como esta. El empresariado español es muy cortoplacista, quieren ver beneficios muy rápido. Quieren montar una empresa y rápido ponerse los primeros de la lista y montarse en el dólar. Y para que eso pase con cierta rapidez hay que explotar de cierta manera a los trabajadores: echar más horas, apretar las tuercas… Es decir, dar más allá del 100%. Ahora más que nunca se descubrirán los trapos sucios que usan las empresas para estar donde están.

 

Hay mucha diferencia social, cultural y sobre todo generacional en cómo se ve la educación de los jóvenes actual comparada con la que tuvieron mis padres.

 

Mis padres vienen de entornos rurales donde la asistencia al colegio estaba mezclada con trabajos en el campo. Donde a veces había que faltar a clase para poder sacar algo de dinero de comer. Donde a las 3 de la tarde entraba tu padre en clase y te sacaba de la oreja, que se acabó, que había que ir a segar. Donde apenas había tiempo para jugar porque tenías que ocuparte, con apenas 7 años, de limpiar, cocinar, cuidar a tus hermanos y lavar ropa. Y no lavar ropa en una lavadora, sino en el río, donde había que romper con piedras el hielo para poder usar el agua. Parece que estoy hablando de la posguerra o algo así, pero mis padres nacieron a mediados de los años 50. Donde mi abuela materna se casó estando embarazada de 7 meses de mi madre y el sacerdote tuvo que mencionar, en una ceremonia prácticamente clandestina, que ese era un hijo del pecado, concebido fuera del matrimonio, cosa que la persiguió durante su vida en el pueblo y el sacerdote no dudaba en recodárselo a cada momento que la viera. No había Reyes, ni Papá Noel, todo se compartía, la ropa se heredaba, se remendaba y se volvía a usar hasta que no quedaba tela. Ese era el mejor regalo que podías recibir: unos pantalones “nuevos”. Mi madre me cuenta que uno de los regalos de Reyes que recuerda fueron unas naranjas y un bote de Nocilla, que obviamente compartió con sus 5 hermanos. ¿No es triste? Esta es una pequeña introducción para que os hagáis una idea de que con solo una generación de por medio, las diferencias son abismales entre la vida que han llevado mis padres y la que estoy llevando yo. Los castigos físicos eran habituales. Si hacías algo mal el maestro te pegaba, y luego llegabas a casa y en vez de encontrar consuelo en tus padres, ellos te volvían a pegar, porque “algo habrías hecho”.

 

¿A cuántos de nosotros nos han puesto como ejemplo un limpiador, una cajera de supermercado, una asistenta del hogar para no acabar como ellos? Si no estudias acabarás como ella. ¿Quieres acabar como ella? ¿Quieres limpiar y quitar mierda a los demás? No, no quiero acabar como ellos. Pero luego lo piensas y dices ¿acabar cómo? ¿No están trabajando y ganando dinero como yo?

 

He hecho todo aquello que se me exigió que hiciera para conseguir una buena posición en la vida. Estudié, y además estudié lo que quise. Puedo decir que mis padres no me obligaron a estudiar nada que no quisiera. No quise ir a la universidad, no pasa nada. Tomé otros caminos igual de provechosos. Invertí en mi educación pero aquí estoy, sobreviviendo. No se me dado a cambio aquello que esperé por mi esfuerzo y dedicación.

Nostalgia…

Estambul es lo que buscaba. Llevo aquí una semana y ya me quita el aliento y el sueño. ¡Cuánto tiempo he perdido antes de llegar aquí! Tengo la sensación de que me estaba esperando, silencioso, mientras corría detrás de una vida pesada e inútil. Aquí las cosas transcurren más despacio, con suavidad. Esta brisa libera los pensamientos y hace vibrar el cuerpo. Ahora, por fin siento que puedo volver a empezar.


Extraído de la película de Ferzan Özpetek «Hamam, el baño
turco», 1997.


>>Istanbul was what I was looking for. I’ve been here for a week and it has taken my breath and sleep away. How much time I have lost before arriving here! I feel that it was waiting for me, quietly, while I was running behind a heavy and useless life. Things pass here slower, softly. This breeze frees your thoughts and makes your body shakes. Now, at last, I feel that I can start again<<

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İstanbul’u dinliyorum gözlerim kapalı…

He pasado la Semana Santa en Estambul. Dije que volvería y lo he cumplido. Así que bueno… ahí queda el testimonio. Sigo buscando gente que le guste Turquía y que comparta la misma pasión que yo. Sólo dejadme un comentario. Ahí van unas galerías de fotos:

Primera

Segunda

Tercera

Cuarta

Quinta

Cómo pasa el tiempo…

Bueno, pasaba por aquí sólo para decir que hace ya un año que empecé este blog. Sé que tengo visitantes habituales, lo que se agradece, otros o tanto, pero se agradece igual.

Me gustaría dar las gracias a todos aquellos que dejan comentarios, o solamente curiosean, ya que es un tiempo que pierden en algo en lo que yo también pierdo tiempo.

En este año, que la verdad se ha pasado volando, me han pasado muchas cosas. He estado en 3 trabajos, he visitado Turquía y Reino Unido, he conocido gente maravillosa (otra no tanto), experiencias estupendas
imposibles de olvidar… Y que espero repetir.

El pueblo

Este fin de semana son las fiestas de mi pueblo. Bueno, no es “mi” pueblo, no es donde he nacido pero es donde he veraneado hasta que te das cuenta de que el pueblo es una mierda. Sí, es duro reconocer que el lugar donde has pasado los mejores veranos de tu vida, donde conociste tu primer amor, donde ganaste tu primer (y último) trofeo de carrera de sacos, donde te pillaste la primera cogorza… se convierte en un muermazo.

Porque antes nos entreteníamos con cualquier cosa: cazar caracoles, carreras de bicis, el escondite, irnos a bañar a un charco… pero ahora… prff… anda, propón ahora ir a cazar caracoles, ¡a ver qué te dicen! ¡Si ahora cogen el coche hasta para ir al bar de la plaza!

Y es que es así, es ley de vida. Lo que con 13 años era la leche, ahora no lo es. Por ejemplo, aunque fuera verano y pudieras dormir hasta las tantas, a las 10 de la mañana estábamos todos medio listos para salir. Hasta las dos y media, hora oficial para comer. Aquí ni siesta ni nada (a menos que hubiera vuelta ciclista, entonces era obligatorio verla para comentarla después) a las tres y media, con la calorina, ya estábamos todos fuera. Nos buscábamos unas sombras, y nos echábamos unas cartas. El poli y el ladrón, a cuadrado, a mentiroso, a culo… A las cinco y media, tocaba el bocata. Después de reponer fuerzas había un partidillo de fútbol (las chicas animábamos), o una comba, o al paredón, o seguíamos con las cartas. Nueve y media, hora de la cena. Y diez y media, hora de salir por la noche. Si había “algo especial”, y me refiero a una orquesta en la plaza o verbena, descubrías una nueva faceta del guarro de la banda. Como que se lavaba y tal. Sino, pues lo de siempre, al escondite.

En todas las bandas de amiguetes del pueblo siempre hay personajillos fácilmente reconocibles.

El guarro: En todo grupo de amigos hay uno que era…“oscuro” de piel, y no, no es negro ni nada por el estilo. El mito desapareció cuando un día, sin saber porqué, se duchó.

El torpe: Este siempre intenta hacerse un hueco en los partidos de fútbol y no hay manera, porque es un torpe. Él no lo sabe, él cree que juega bien. Sólo se dio cuenta el día que pisó el balón y se cayó de bruces al suelo rompiéndose el brazo por 3 partes.

La guapa y/o putilla: Todos los chicos están por ella (esta expresión ya no se usa: estar por alguien). Ellas la tienen envidia. De este personaje puede haber dos versiones. La tímida, que aunque sea guapa no se come un rosco; o la loba; que, en ese caso, se habrá enrollaó con todos los chavales.

La que juega bien al fútbol: Siempre hay una chica que resalta en los deportes. Los chicos casi la tienen envidia, pero ellas la tienen más porque todos los chicos cuentan con ella para todos los juegos. Ésta sabe recoger un balón con el pecho, y sabe rematar con la cabeza. Y ya se sabe, a un hombre se le seduce por el estómago… o por el fútbol.

El tonto: Uff… de estos puede haber varios. Es el típico que un día dice:

Pues Víctor Manuel y Ana Belén son 4.

Y se queda tó pancho.

Que sí, que sí, que son Víctor, Manuel, Ana y Belén.

Y venga todos a decirle que no, que son sólo dos. Y el pobrecillo todo convencido. O el día que le da por decir que uno que bebió Coca Cola en ayunas se le hizo un agujero en el estómago. Vale, dejadle solito, a él y a su neurona.

La última: Sí, la última. La última que llega. Es la última chica que se incorpora a la banda. No sabemos qué tiene, pero no termina de caer bien. Nosotras ya tenemos nuestras relaciones y clasificaciones… y a ésta no hay dónde meterla. De repente un día empieza a criticar el pelo de tu mejor amiga. Una chica podrá decir lo que quiera de otra, pero con su pelo que no se meta.

Y es a partir de aquí cuando “la banda del pueblo” se empieza a disgregar.

La guarrerida sesuaaarl

El verano ya está en completo apogeo, de hecho lleva en apogeo unos cuantos meses, por no decir que el verano es un okupa y ha expulsado del ciclo de la naturaleza a las demás estaciones.

Empiezan los sudores, no sabes qué ropa ponerte, el maquillaje te dura lo que tardas en meterte en el vagón de metro. Esta situación en el metro es de lo más desesperante, que estemos pagando lo que estamos pagando, no por un servicio de transporte, sino por una sauna.

Es genial, que quieres perder unos kilitos y librarte de las toxinas, hazte el recorrido Plaza Castilla – Sol. O por ejemplo, que tienes unos pantalones pero se te ha jodido la plancha, hazte el recorrido Manuel Becerra – Pacífico. Que quieres hacerte un alisado, nada como darte una sudada en el intercambiador de Av. de América. Por no hablar de los sobacos de la gente. Sé que esto es un tópico, pero por eso mismo hay que hablar de ello. Es normal que a un camionero, que a un albañil, incluso que a un ejecutivo le cante el alerón (que no alirón)… pero a las 8 de la tarde, después de estar currando; no a las 7 de la mañana agarrado a la barra del autobús. ¿La gente no se huele? ¿No tienen a nadie en casa que le diga: hueles mal? Además, en fin, no es por ser escatológica, pero es un olor que dices: Este sudor no es de hoy. Y el cacho marrano y la cacho puerca ha sudao la camiseta y se la pone al día siguiente. Como diciendo: A ver cuanto aguanto con ella puesta, lo mismo hasta sale caminando ella sola a la lavadora.

También están los típicos que se remojan un poco el pelo, se echan 2 litros de colonia a granel, y salen tan frescos de casa. Claro, que esa “solución” sólo les dura una hora. Luego el tufo dura todo el día.

Y, por cierto, ¿por qué en todas las bandas de amiguetes, cuando éramos críos, siempre había uno que era el “guarro”? Era ese que llevaba los tobillos más mugrientos que los cerrojos de una cárcel, la camiseta llena de lamparones; y, claro, con eso de que los padres no estaban, y los abuelos pasaban de él, pues así estaba, que el día que se bañaba le desaparecía el moreno. Con deciros que había uno al que llamábamos “el gitanillo”, y el día que se duchó pasó radicalmente a ser payo.

Luego, a las tías nos llama la atención que un tío lleve el pelo largo… Y LIMPIO. Es decir, es ver un tío con melena y constatar que lo lleve limpio, sino, lleva todas las de perder. Un tío con melena, merece nuestro respeto, por dos razones: La primera por tener la paciencia de habérselo dejado crecer, y la segunda le honrará si lo lleva limpio. Y bueno, que los tíos con pelo largo son más atractivos (en mi opinión). Pero cuidao, me gustan los tíos con melena, pero tampoco quiero que se gaste más en mascarillas capilares que yo… no sea que luego, con tanto pisar el salón de belleza, se me pase de acera.

Recuerdo una anécdota de una compañera de clase que su camiseta era la carta del comedor. Estoy segura de que era llegar a casa y a su madre no le hacía falta preguntar qué había de menú, porque su camiseta lo decía todo. Se llamaba Lucía. Luego en el instituto hubo otro chaval, fanático por cierto de La Guerra de las Galaxias, que siempre llevaba una camiseta de R2D2, y claro, eso cantaba un montón, entre el olor y el muñeco impreso. Lo vergonzoso fue que con 14 años tuvimos que tragarnos el famoso sermón que yo llamo “El de las hormonas”:

“Bueno, ya sabéis que con esta edad, estáis con las hormonas revolucionadas… blablabla… los olores… blablabla… hay que ducharse más a menudo…”

Señora, el que es un cochino es cochino, da igual que tenga las hormonas revolucionadas o no.

Claro, que el coleguilla se las traía… hasta le ofrecieron ponerse un pinito de esos que
cuelga papá del retrovisor del coche.

Y como punto final, sólo decir que la cuestión de la higiene, no es sólo tema personal, pues también afecta a los que nos rodean. Y sólo queda decir una cosa: “A todo cerdo le llega su San Martín”. Jijijiji…

Contadme anécdotas de amiguetes cochinéaceos que tengáis.

La pela es la pela

Hay un refrán muy común y, como casi todos, muy sabio, que dice así: “A todos los tontos se les aparece la virgen”. Que, para los que no lo sepan, viene a decir algo así como que al más tolili del mundo siempre le pasan cosas geniales que no sabe aprovechar, y tú, que te mueres por conseguirlas, jamás las conseguirás.
Debo decirlo. Vengo de familia de currantes, si tengo algo y si he disfrutado de algo se debe al esfuerzo y al ahorro de mis padres; y, ahora que ya trabajo, a mi esfuerzo y ahorro. Nunca me han regalado nada. Antes, cuando era pequeña, no tenía ésto en cuenta. Total, eran mis padres los que pagaban, y creía que el dinero… no sé… simplemente estaba ahí. No sabía que había que hacer grandes sacrificios para conseguirlo.
Según vas creciendo te vas dando cuenta de las cosas, y cuando finalmente ganas tu propio salario te das cuenta de muchas más cosas. Por ejemplo, sin llegar a dar cifras concretas, cada vez que me gasto un billete de 20 pienso: joder, ahí va un día de trabajo… Procuro no pensar mucho en ello, pues es deprimente. Pero bueno, al fin y al cabo es mi dinero y con él hago lo que quiero.
Toda esta historia viene a que, haciendo memoria de los días de colegio e instituto, cuando nos incorporábamos de nuevo a las clases, siempre estaba la típica redacción o conversación entre compis de “¿Qué has hecho en las vacaciones?”.
La mayoría de nosotros nos quedábamos en nuestra ciudad, o las pasábamos en el pueblo con los primos, o los más afortunados en el apartamento de la playa en Roquetas petao hasta la bandera (daros con un canto en los dientes)… pero atención, siempre había alguno que iba a más:
“He estado de campamento en California. Jó, ya estoy harto, es el cuarto año que mis padres me mandan allí”.
¿No es para repatearle las tripas? Yo lo hubiera hecho. Es indignante. O sea, nosotros deseando que llegara julio para rebozarnos jugando a fútbol, o a cazar ranas, o a colarnos en algún huerto a robar los melones… y aquí el gilipollas de turno ya está harto de ir a California. ¡No te jode!
En serio, os digo, cuando las cosas se consiguen por uno mismo, se disfrutan más y mejor. Y os lo dice una que lleva ahorrando 6 meses para irse a Turquía. Aunque eso de ahorrar… ¡por lo menos lo intento! Que yo con mi dinero hago lo que me da la gana.
Chínchate.

 

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