Nuestra vida no representa la vida real.
Vivimos en una burbuja, heredada en gran parte por nuestra familia, las tradiciones, conocimientos, creencias, religiones, temores, prejuicios, supersticiones, opiniones, puntos de vista; y complementada por las vivencias de nuestra propia vida.
Si lo analizamos nos daremos cuenta de que somos un subproducto de lo que pensaron, dijeron e hicieron otros por nosotros sin preguntaros. Que nuestros conceptos, nuestra religión o nuestras creencias varían no según la verdad, sino por nuestro contexto sociocultural.
¿Te has preguntado alguna vez cuáles serían tus creencias si hubieras nacido en Jordania, Israel, India o en El Tíbet? Seguramente serían muy diferentes a las que tienes ahora.
Entonces, ¿qué nos hace diferentes?
Lo que nos diferencia es el paquete de creencias que depositaron en nuestra mente. Pensamos con lo que sabemos y decimos lo que pensamos, pero la información que hay en nuestra mente fue estratégicamente puesta ahí, en el transcurso de nuestra vida desde que éramos niños. Interiorizamos conceptos que forman parte de nuestras creencias más profundas y que nunca cuestionamos, asumiendo el 100% de su veracidad… sólo porque todos lo creen.
Por eso nuestro mundo se convierte en lo que estudias y enseñas lo que te enseñaron. En un sistema educativo sin fin que a toda costa busca uniformarnos para sus propósitos.
Te vistes de lo que te hace falta y todo lo que dices son conceptos prestados que leíste en algún libro o escuchaste de alguien que te lo contó. Olvidando así que eres un ser inteligente, individual.
¿O acaso eres de los que creen que nació en un planeta para la vida para cumplir única y exclusivamente un ciclo como el de los animales? Nacer, crecer, reproducirse y morir.
Tu realidad de la burbuja no es más que un conjunto de programas mentales impuestos, que en gran parte has adquirido por los medios de comunicación, que te impiden pensar con claridad. Por eso no aceptas lo que no encaja en tu burbuja. Y en la mayoría de los casos no estás de acuerdo con la burbuja de los demás.
Por eso la humanidad está dividida y siempre lo estará mientras no estemos en un estado de conciencia colectiva. La arrogancia no te deja ver más allá de tu limitada y conformista burbuja. Porque todos creen que tienen la razón. Y la tienen, sí. Pero únicamente dentro de su burbuja. Y es más fácil rechazar que comprobar.
Eso que tú llamas vida, es tu cárcel, por más cómoda y lujosa que sea. Lo peor de todo es que no te das cuenta. Y cuando tu interior a través de tu mente trata de liberarse, entonces viene el entretenimiento.
Y si aún así no es suficiente, te llenan de vicios y te hacen creer que eso es vivir la vida. Te ponen a perseguir un mundo de ilusión, el que la sociedad te ha impuesto, para considerarte alguien que valga la pena. Es un sueño que has aceptado y buscas a toda costa la meta más grande a cumplir dentro de los 70 u 80 años que podrías vivir.
Es hora de ver una nueva realidad que sólo se puede ver con los ojos de la inteligencia. Allí está la batalla que verdaderamente tienes que librar. La que vence la ignorancia y derrota el fanatismo.
Las religiones hicieron lo que tenía que hacer para sobrevivir. Ahora ya están agonizantes. Ya no queda espacio para purgatorios y paraísos.
Volver a la realidad es una obligación. Empieza a vivir TU propia vida. Reinvéntate y descúbrete.