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Ya no somos niños

¿Es aceptable que un niño orine en la calle? Muchos dirán y se excusarán que es un niño, que es normal que no se pueda aguantar. Es responsabilidad de los padres que no tengan que poner a sus hijos a mear en la calle. ¿Y un adulto? Por esa regla de tres “tampoco se puede aguantar”.

La calle de debajo de mi casa huele a meados que te dan hasta arcadas cuando pasas caminando. Y además sabes perfectamente que no son orines de perro. Es un sitio con poca luz de noche, al resguardo de los coches aparcados y hay gente que prefiere mear ahí antes que en su casa.

Hay ciertos comportamientos que sigo sin entender su porqué, como éste, o escupir por la calle, o hurgarse los restos de comida con cualquier cosa que se tenga a mano, eructar en público… Hay actitudes que permitimos en niños y hay gente que cree que sigue siendo niño.

Cerda y desconsiderada

Hace más de dos años que hay un ciclomotor averiado atado con una cadena en una de las farolas de mi calle. Entorpece el paso con sillas de bebés, de ruedas, carros de la compra y se hace complicado pasar más de dos personas en paralelo, cuando, de no ser por la moto, sería una tarea fácil. Está en un estado deplorable, mugroso, sin retrovisores, con el asiento roto y la cadena se ha oxidado no sólo del agua de lluvia sino también de los orines de los perros y los no perros. No es que la haya estado vigilando pero jamás he visto a nadie usándola.

Hoy ha venido la grúa y la policía a retirarla y los propietarios se han puesto como unos energúmenos. Ahora se sienten agraviados porque el servicio de limpieza del ayuntamiento ha cortado con una radial la cadena y la policía ha venido con la grúa para llevársela. Supongo que habrán hecho sus averiguaciones y probablemente esa moto no tenga ni seguro ni pague impuesto de circulación. Por lo que no tiene derecho a estar más en circulación.

Los dueños han montado todo un circo alrededor de este asunto, incluso llevándose el ciclomotor y escondiéndolo en el portal del edificio, con la consiguiente molestia hacia los vecinos.

En fin, el espectáculo que he presenciado ha sido digno de un circo. Se supone que han contactado con el propietario para darle un toque de atención antes de suceder lo que ha sucedido hoy. Si tienes un vehículo averiado ocupando la calzada o la acera en este caso, es tu responsabilidad retirarlo. Es más, el servicio de desguace en Madrid es gratuito. Llamas y vienen sin ningún coste a retirar el vehículo. Pero no, es mejor que la moto acumule mierda y entorpezca el paso a los peatones y cuando vengan a retirarla, montes en cólera como si en algún momento de todo este tiempo te hubiera importado el estado de la moto.

La gente es cerda y desconsiderada.

Los modales

Hay cosas que echo de menos…

1º Conversaciones en voz baja en un restaurante o cualquier sitio público.
2º El no ceder el asiento a personas mayores, embarazadas o impedidas.
3º El sujetar la puerta al que viene detrás.
4º El esperar el ascensor para que entren otros.
5º El pedir disculpas cuando se estornuda.
6º El tratar de usted.
7º El saludar cuando se entra por primera vez en un sitio con un hola o buenos días.
8º El chocarse con alguien por error y recibir un grito en vez de un “disculpe”.
9º El dar las gracias cuando nos hacen un favor o nos sirven y empezar las frases con un “por favor, disculpe, ¿le importaría…?”.
10º El pedir permiso para fumar cuando se sabe que hay personas no fumadoras o salirse a fumar fuera cuando hay niños delante.
11º El pedir disculpas cuando estando en una conversación tu interlocutor tiene que responder el teléfono y te deja tirado.
12º El responder un simple email con un “gracias”.

Los niños y los modales

Cuando era pequeña, y creo que a como todos los niños nos ha pasado, era aburrido salir con nuestros padres cuando iban a ver a otros adultos, ya fueran familiares o amigos. Hablaban de sus cosas, de sus chistes y bromas que no entendíamos, se fumaban sus cigarrillos o jugaban a las cartas. Y afortunado/a eras si tenías hermanos o allí había primos o niños de tu edad. Te acercabas sigilosamente al oído de tu madre y susurrabas: Mamá, ¿cuándo nos vamos? Y ella, sabiendo que no era cierto, te soltaba un: En cinco minutos, cariño. Ya terminamos.

Allí pasabas la tarde entera con instrucciones muy claras: NO MOLESTES. Eran normas de tus padres y había que cumplirlas.

Ahora vas a cualquier sitio y encuentras niños dando por culo por todas partes. No se libra ni un solo sitio: ni el cine, ni el restaurante, ni el avión, ni cualquier tienda… en todas partes tiene que haber un mocoso berreando. Y lo que es peor… padres totalmente carentes de autoridad pasando absolutamente de todo. No estoy hablando de bebés, que, evidentemente no se les pueden dar órdenes e inculcar una educación de reglas muy básicas. Hablo de niños de colegio totalmente asalvajados. Pero como digo, aquí la culpa no es de los niños.

Ejemplo muy sencillo. Vas a un restaurante un sábado por la noche, de cierta categoría a celebrar lo que quieras con tu pareja o amigos. No hablamos de un burguer donde es evidente que pueda haber niños. En la mesa de al lado se sientan dos matrimonios con dos o tres niños, sean del sexo que sean, de unos 4 ó 5 años. Los padres están a su bola y los niños… a la suya, o lo que es lo mismo, dando por culo a todos los comensales. Gritando, jugando con los cubiertos, levantándose de la mesa, metiéndose debajo… Comer no comen, pero joden que da gusto. Como anécdota os diré que a alguien se le ocurrió acercarse a la mesa y pedir, por favor, que dijeran algo a los niños. Uno de los padres, ni corto ni perezoso, dijo que estaba incluido en el precio. A lo que el molestado le reprendió: Ese precio lo habrá pagado usted, pero no los demás. Y visto que no le hicieron ni puto caso, pagó la cuenta y se marchó. Si el camarero o maître hubiera llamado la atención a los padres lo mismo se hubieran sentido ofendidos pero hubiera sido una buena nota de atención. Si yo hubiera sido ese maître les hubiera dicho un par de palabrejas.

Hay que soportar las pataditas en el asiento del avión, los “¡mamá, mira!” constantes (la madre ni puto caso, claro), los lloros porque la comida del restaurante no les gusta, los correteos incesantes entre probadores y parabanes.

Muchas veces cuando salgo por ahí y me preguntan dónde me quiero sentar me dan ganas de decir: Donde no haya niños.

Hace unos meses estuve de vacaciones en Tenerife y fui a dar a un guiri-hotel. El 90% del los ocupantes era extranjero, personal incluido. Vi a los niños extranjeros comportándose correctamente, como adultos, caminando en orden por el restaurante-buffet, sin alzar la voz… Había un niño de un año más o menos sentado en esas tronas que les ponen a los niños para que alcancen a la mesa, usando su propia cuchara y comiendo su papilla, y los padres tranquilamente charlando mientras desayunaban. En cuanto oías gritos sabías perfectamente que al mirar ibas a encontrarte a una pareja española con dos criajos metiendo berridos. Entre padres e hijos oías “please”, “thank you”… ¿Cuándo habéis oído a un niño pedir a su padre que le pase un tenedor “por favor”?

¿Se les inculca a los niños de hoy que hay que tratar de usted a los adultos? ¿Decir buenos días o saludar cuando se entra en un sitio y hay más gente? ¿Que hay que pedir permiso para entrar en una habitación? ¿Que hay que pedir por favor cualquier cosa que genere una molestia a los demás? A veces dudo de que los padres lo sepan. Sugeriría ciertas pruebas psicológicas antes de ponerse a procrear y dar un carnet de “habilitado para la procreación”. Porque visto lo visto hasta el momento he perdido toda fe en que un día un niño, mientras hable con su amiguito, le diga a su padre mientras éste los interrumpe: Disculpa, estamos hablando los menores.

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