He hablado de múltiples personajes presentes en nuestra vida: los fantasmas, los bocas, los rancios, los tocapelotas… Pero no creáis que me he olvidado de los que digamos, se podrían incluir en este grupo: los gilipollas.
El gilipollas abarca un 25% de fantasma, otro 25% de bocas, 25% de rancio y 25% de tocapelotas. Algunas personas tienen los porcentajes irregulares, pero viene a ser lo mismo. Gilipollas integral.
Hay gente que puede tener un 75% de fantasma (por ser un trolero), apenas un 10 de bocas, de rancio otro 10 y de tocapelotas un 5%. Porque generalmente los fantasmas no tienen mucha maldad. Únicamente hay que ignorarlos.
En segundo lugar está el que tiene mayoría de porcentaje de ser un bocas. Los problemas de los bocas es que sus “boquerías” como normalmente son favores que gritan a los cuatro vientos que, según ellos los van a cumplir (pero que sólo lo hacen para quedar bien para que sepamos que son tíos/as guays) pues joden. Ahí está la diferencia entre ser un fantasma y un bocas. Al primero lo ignoras, el segundo te puede fastidiar.
El nivel de ranciez (esta palabra me la acabo de inventar) se mide por las veces que se copula y/o folla. Normalmente los rancios no practican sexo entonces su frustración les lleva a estar cabreados con el mundo. Hay gente que SIEMPRE está en nivel de ranciez al máximo. Que es cuando te preguntas si serán vírgenes, claro, porque tanta amargura no es posible.
Hay una cosa peor que no te follen. Y es que te follen mal. Estos son los “malfollaos”, pero ya hablaré de ellos en otro momento.
Nos podemos encontrar un rancio fantasma. Que entonces te contaría que se ha tirao a fulanita (con lo rancio que es, que no folla ni pagando, y lo fantasma ya sabes que es mentira). O está el rancio bocas. De repente el rancio de la ofi se ofrece a traer unas bebidas para la despedida de una empleada que se jubila. Cosa que mosquea bastante en un alarde de querer camelarse a la peña del curro. Resultado final: no hay bebidas, sigue siendo un puto rancio y un bocas. Digamos que los rancios también están en la delgada línea de “esto de ser así tan amargao, ¿lo hará porque quiere o ni siquiera se da cuenta?”. Vale, el mundo te trata mal. ¿Por qué tengo que pagarlo yo?
Normalmente la combinación tocapelotas-fantasma no se suele dar, y es porque el término tocapelotas es bastante amplio en cuanto a comportamiento. Como digo el fantasma es bastante inofensivo y se le puede incluir en el grupo de los “cansinos” (ya hablaré más adelante de estos). Pero si nos encontramos con la combinación tocapelotas-rancio… estamos ante un duro enfrentamiento que nos tocará lidiar.
Ejemplo: vecino tocapelotas que ya nombré anteriormente, y que encima es el presidente de la comunidad de vecinos. Hay que tener en cuenta que en el comportamiento tocapelotas hay un grado de maldad e hijoputez bastante grande, por lo que hay que andarse con cuidado. El tío es un rancio, es decir, no saluda, no colabora, es un pasota… pero además va a ir a joder. Hay que poner un salva-escaleras para la vecina del 4º que va en silla de ruedas. No sólo se negará a costearla para instalarla, sino que encima pondrá neumáticos, un lago artificial con cocodrilos y una liana para llegar al ascensor. Habiendo llegado a este nivel hemos de decir que nos encontramos ante un GILIPOLLAS.
Ejemplos de gilipollas:
– No tengo nada en la nevera pero tengo un coche tuneao que es la hostia.
– Tengo un trabajo mal pagado pero pido un crédito para irme de vacaciones.
– Tengo un perro molón “de marca” pero no sé ni cuándo hay que vacunarlo o cuándo está enfermo.
– Tengo un bebé que va en cochecito y le compro zapatos “D&G”.
– No tengo ni la ESO pero tengo muchos “tatus” y “piercings”.
– No piso la iglesia desde que hice la comunión pero me voy a casar allí porque mola.
Id añadiendo a la lista.